Palau Montaner
Muy cerca del Paseo de Gràcia, en la esquina de la calle Mallorca con Roger de Llúria, encontramos uno de los pocos palacetes exentos que se conservan en el Eixample. Se trata del Palacio Ramon de Montaner, una curiosa construcción ecléctica del Modernismo con un aire italianizante.
Un año después de la Exposición Universal de Barcelona de 1888, el arquitecto Josep Domènech i Estapà recibía el encargo de construir dos lujosas residencias para los dos propietarios de la Editorial Montaner i Simón. El palacete para Ramon de Montaner se inició con el proyecto de Domènech i Estapà, aunque más tarde se encargaría de él el arquitecto Lluís Domènech i Montaner. Un mosaico en la parte superior de la fachada nos muestra el año de finalización, en 1893, rodeado de motivos ornamentales y simbólicos que anuncian la riqueza decorativa del interior.
Efectivamente, al adentrarnos en este palacete de sólo dos plantas y buhardilla, nos encontramos inmersos en un espacio noble y suntuoso. En medio del patio central, una escalera de honor preside un espacio diáfano bajo la espectacular claraboya del techo, de ventanales emplomados y decoración vegetal. Mosaicos de mármol decoran el suelo, esculturas de inspiración medieval se exhiben en las hornacinas y enmarcan las puertas, y paneles con repujados de madera recubren paredes y suelos. En conjunto, una profusión decorativa que recuerda otras obras del arquitecto, ya que aquí también contó con su equipo habitual de artistas colaboradores como el escultor Eusebi Arnau o el vidriero Antoni Rigalt. El edifico es desde 1980 la sede de la Delegación del gobierno central en Barcelona.