Casa Roviralta
Denominada popularmente "El fraile blanco", esta majestuosa mansión modernista despunta en la elegante avenida del Tibidabo, en el barrio de Sant Gervasi. Como un caramelo profusamente envuelto, su aspecto es un reclamo seductor para nuestra mirada y supone un ejemplo de la herencia del pasado señorial de la ciudad.
Las paredes blancas de la casa Roviralta atraen la mirada de todos los transeúntes. Sin embargo, su sobrenombre de “El fraile blanco” no viene del color de sus paredes, sino por el hecho de que la casa fue propiedad de una comunidad de frailes dominicos antes de ser adquirida por el indiano Teodor Roviralta.
Entre 1903 y 1913 el arquitecto Joan Rubió i Bellver se encargó de su restauración, cambiando casi totalmente el aspecto de la antigua masía, aunque Rubió mantuvo la estructura y la disposición del edificio con el objeto de dotar a la nueva casa modernista de un aire tradicional. Los añadidos como la tribuna, la galería, el espléndido desván o la capilla son de una marcada estética modernista, igual que las decoraciones artesanales de la fachada. Como contraste de las blancas paredes, los marcos de las ventanas y de las puertas se acabaron con ladrillo visto y con cerámica. En la fachada, un reloj de sol con una inscripción en latín nos recuerda el paso del tiempo.
La casa fue residencia de la familia Roviralta y acutalmente aloja un restaurante. Sus salones nos permiten contemplar un interior que conserva muchos de los elementos decorativos de la mansión modernista.