Palau Güell
El Palau Güell, obra de juventud de Antoni Gaudí, une la suntuosidad de regusto medieval con la extravagancia única del arquitecto. El edificio se acabó de construir en 1890 y fue la residencia privada del mecenas de Gaudí, el Conde Güell. El Palau Güell ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El riquísimo empresario, hacendado y político Eusebi Güell i Bacigalupi (Barcelona, 1846-1918) fue el principal mecenas de Gaudí. En 1885, antes de que el arquitecto fuera conocido, el Conde Güell le encargó la construcción de su propia residencia. Gaudí era consciente del deseo de Güell de hacer ostentación delante de sus amistades ya que la casa serviría para exposiciones, conciertos, etc. Y concebió un proyecto arquitectónico insólito y atrevido. Se basaba en la utilización de las técnicas de construcción tradicionales, así como el uso de una gran variedad de materiales, incidiendo especialmente en los más caros, como el mármol. Gaudí combinó la estructura cuadrada típica de los palacios medievales catalanes y un exquisito artesonado de techos de madera con innovaciones como el arco parabólico, tan característico de su obra. No creó solamente un palacio, sino también una metáfora, ya que éste asciende como el propio Güell, desde el oscuro subterráneo de la pobreza hasta la fiesta de color de la cubierta. Y es que la planta baja, marcada por la severidad del mármol gris, contrasta mágicamente con el juego de colores y formas de las veinte chimeneas-escultura del tejado. Estas chimeneas fueron recubiertas por el genial arquitecto con materiales de desecho que incluyen baldosas rotas y restos de platos rotos procedentes de la Cartuja de Sevilla. Un mosaico de cerámica, mármol y vidrios de colores decora estas chimeneas, verdaros símbolos del Palau Güell.