Pabellones de la Finca Güell
Fantasía e innovación técnica se dan la mano en estos antiguos pabellones de entrada a la Finca Güell, en la avenida Pedralbes. La belleza y colorido de los edificios no hace sombra al protagonista del conjunto, el gran dragón mitológico del jardín de las Hespérides, síntesis del simbolismo y maestría artesanal de Gaudí.
La voluntad de Eusebio Güell de ampliar la fina de ocio familiar propició el primer encargo que recibió Antoni Gaudí por parte de quien se convirtió en su principal mecenas. Entre 1884 y 1887 trabajó rediseñando el jardín y levantando los dos pabellones de la entrada, destinados en su origen a la casa del portero y las caballerizas. La síntesis perfecta entre la innovación y el trabajo artesanal decorativo cobra vida en los dos edificios y en la magnífica puerta de hierro forjado que las une, en forma de dragón.
Las casas de la Finca Güell, con base de piedra, muestran paredes y arcos parabólicos de ladrillo y decoraciones con piezas de cerámica relucientes que dibujan formas geométricas. A un lado de la puerta, una torre coronada con fantasías vegetales luce un medallón con la inicial del nombre del propietario de los terrenos. Y el dragón, en el centro, extiende amenazador sus alas de murciélago, con la boca abierta y la lengua sinuosa. No es otro que el dragón mitológico del Jardín de las Hespérides, que recuerda la gesta de Hércules y que tan bien supo plasmar el poeta renacentista Jacint Verdaguer en el poema "L'Atlàntida".